Whitney Houston

Para terminar, volvemos a la música de la mano de una de las mayores artistas afroamericanas de la historia. Cantante y actriz que llegó a todos los corazones del mundo con su inconfundible voz y con la banda sonora de la película El guardaespaldas, este blog termina con un nombre propio: Whitney Houston.

Hija de Soul Cissy Houston, cantante habitual en las grabaciones de artistas como Elvis Presley o Aretha Franklin, Whitney inició su afición a la música en un grupo de Gospel a los once años. Aun con algún pinito en la moda, su aptitud musical imperaba tanto entre sus otras aficiones que llegaría a ser corista para artistas como Lou Rawls, Jermaine Jackson o Teddy Pendergrass. Fue tras estas colaboraciones cuando Houston firmaría su primer contrato discográfico en 1983. Tan solo dos años después, su primer disco saldría a la luz, siendo el álbum debut más vendido hasta entonces.

Whitney había adquirido para entonces fama mundial, convirtiéndose en la artista afroamericana más importante del planeta. Con su segundo álbum, Whitney continuó su dinámica ascendente, gracias a su ya mítico single “I wanna dance with somebody” en 1987 apuntándose otro número uno en todo el mundo. Para entonces, con tan solo dos discos en el mercado, había conseguido vender la friolera de 25 millones de copias.

En 1992, año probablemente más importante en la carrera de Houston, se casaría con el cantante Bobby Brown y editaría la banda sonora más vendida de la historia. El guardaespaldas, film donde daría vida a la propia protagonista, Whitney interpretaría la canción más importante de su vida, “I will always love you”. Tan solo un año después nacería su única hija, Bobbi Kristina Brown.

El éxito de la artista de Nueva Jersey la llevó a participar en numerosos proyectos, así como en televisión y musicales. A la altura de 1997, Whitney ya contaba con cinco premios Grammy, diecinueve AMA’s y dos Emmy entre muchos otros.

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A medida que su fama y éxito aumentaban, su vida personal parecía opacar sus logros y cualidades artísticas. Su matrimonio con Bobby Brown se sumía en una espiral de drogas y maltrato, llevando a Whitney a ingresar, al menos en dos ocasiones, en una clínica de rehabilitación por sus adicciones.

La separación de la famosa pareja llevaría a la artista afroamericana a una recuperación asombrosa, con diferentes reapariciones públicas entre las que destaca la entrevista con la todopoderosa Oprah Winfrey, en la cual admitió sus adicciones y su triste vida personal. El 9 de febrero de 2011 sería la última aparición pública de la artista: tan solo dos días después, Whitney Houston aparecería muerta en la habitación de su hotel.

Tristemente consumida por los excesos y un matrimonio enfermizo, Whitney fue una mujer de récord, con tanto talento que el ser solo cantante se le quedaba corto. Inspiración para tantas y tantos artistas afroamericanos que en la actualidad ocupan por completo el panorama musical. Una voz que seguirá siendo recordada como lo que fue: única.

Muhammad Ali

Cassius Clay, así se llama nuestro próximo personaje. Una leyenda del deporte que se convirtió en una de las figuras sociales más importantes de los años 60. Considerado por muchos como el mejor boxeador de la historia, hablamos de The Greatest: Muhammad Ali.

Nacido en 1942, Clay, como tantos otros afroamericanos, fue golpeado directamente por la segregación racial y las tensiones racistas que ocupaban todo el panorama estadounidense.

Cuando era tan solo un adolescente, comenzó su carrera amateur de la mano del entrenador Chuck Bodak, el cual le llevó a ganar diez títulos: el último de ellos fue el punto de partida de su carrera profesional. Con tan solo 18 años consiguió, nada más y nada menos, que el oro en los Juegos Olímpicos de Roma en 1960. En esos cuatro años logró un total de cien victorias por tan solo cinco derrotas, demostrando unas aptitudes que se reflejarían en sus primeras peleas profesionales.

Con tan solo veinte peleas profesionales a sus espaldas, Cassius se enfrentó a Sonny Liston, campeón mundial y rey indiscutible del ring a finales de los cincuenta y comienzos de los sesenta. Por aquel entonces, a Clay ya se le relacionaba con la Nación del Islam, agrupación a la que pertenecía Malcolm X. Esta ligazón con el sector más radical de los activistas afroamericanos provocó un distanciamiento entre él y los seguidores y periodistas que le habían acompañado en su andadura hasta la élite del boxeo.

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La pelea tuvo lugar en Miami el 25 de febrero de 1964. La expectación era máxima: el mundo parecía estar con Liston, pero Clay, con su increíble juego de piernas, obligaría a Sonny a retirarse en el séptimo asalto. Haciendo muestra de su orgullo y fanfarronería, el entonces Cassius Clay se dirigiría a los periodistas allí presentes al grito de: “¡Ahora os tragaréis vuestras palabras! ¡Soy el campeón del mundo! ¡He cazado al oso feo y perezoso! ¡Soy el más grande!».

Ese mismo año, acompañado de Malcolm X, se convertiría al islam cambiando su nombre por el de Muhammad Ali. Fue así como comenzó su relativa andadura política. Proclamó con orgullo su identidad, llegando a ser un referente en la defensa por los derechos de su pueblo. Tanto fue así que se negó en rotundo a participar en la guerra de Vietnam en 1967, motivo por el que se le retiró el título de campeón del mundo.

Aunque no fue a la cárcel tampoco pudo volver al ring definitivamente hasta 1974, año en el que vencería al campeón George Foreman, convirtiéndose nuevamente en campeón mundial. Era tan bueno que su técnica fue bautizada por los expertos como «volar como una mariposa y picar como una abeja».

Fue en 1984 cuando una losa cayó sobre los hombros del campeón: se le diagnosticó Parkinson, llevándole a dejar el boxeo por completo. El tres veces campeón dejó su pasión para seguir ocupando su sitio como referente y líder social.

Sus logros se cuentan por cientos y no son solo deportivos. Fue el mejor y lo sabía. Tachado de egocéntrico, Ali creyó en sí mismo hasta el final. Uno de los mayores deportistas de la historia: diferente, arriesgado, entregado a su causa. En julio de este mismo año nos dejó mucho más que un boxeador histórico: nos dejó un hombre libre.