Muhammad Ali

Cassius Clay, así se llama nuestro próximo personaje. Una leyenda del deporte que se convirtió en una de las figuras sociales más importantes de los años 60. Considerado por muchos como el mejor boxeador de la historia, hablamos de The Greatest: Muhammad Ali.

Nacido en 1942, Clay, como tantos otros afroamericanos, fue golpeado directamente por la segregación racial y las tensiones racistas que ocupaban todo el panorama estadounidense.

Cuando era tan solo un adolescente, comenzó su carrera amateur de la mano del entrenador Chuck Bodak, el cual le llevó a ganar diez títulos: el último de ellos fue el punto de partida de su carrera profesional. Con tan solo 18 años consiguió, nada más y nada menos, que el oro en los Juegos Olímpicos de Roma en 1960. En esos cuatro años logró un total de cien victorias por tan solo cinco derrotas, demostrando unas aptitudes que se reflejarían en sus primeras peleas profesionales.

Con tan solo veinte peleas profesionales a sus espaldas, Cassius se enfrentó a Sonny Liston, campeón mundial y rey indiscutible del ring a finales de los cincuenta y comienzos de los sesenta. Por aquel entonces, a Clay ya se le relacionaba con la Nación del Islam, agrupación a la que pertenecía Malcolm X. Esta ligazón con el sector más radical de los activistas afroamericanos provocó un distanciamiento entre él y los seguidores y periodistas que le habían acompañado en su andadura hasta la élite del boxeo.

1543951.jpg

La pelea tuvo lugar en Miami el 25 de febrero de 1964. La expectación era máxima: el mundo parecía estar con Liston, pero Clay, con su increíble juego de piernas, obligaría a Sonny a retirarse en el séptimo asalto. Haciendo muestra de su orgullo y fanfarronería, el entonces Cassius Clay se dirigiría a los periodistas allí presentes al grito de: “¡Ahora os tragaréis vuestras palabras! ¡Soy el campeón del mundo! ¡He cazado al oso feo y perezoso! ¡Soy el más grande!».

Ese mismo año, acompañado de Malcolm X, se convertiría al islam cambiando su nombre por el de Muhammad Ali. Fue así como comenzó su relativa andadura política. Proclamó con orgullo su identidad, llegando a ser un referente en la defensa por los derechos de su pueblo. Tanto fue así que se negó en rotundo a participar en la guerra de Vietnam en 1967, motivo por el que se le retiró el título de campeón del mundo.

Aunque no fue a la cárcel tampoco pudo volver al ring definitivamente hasta 1974, año en el que vencería al campeón George Foreman, convirtiéndose nuevamente en campeón mundial. Era tan bueno que su técnica fue bautizada por los expertos como «volar como una mariposa y picar como una abeja».

Fue en 1984 cuando una losa cayó sobre los hombros del campeón: se le diagnosticó Parkinson, llevándole a dejar el boxeo por completo. El tres veces campeón dejó su pasión para seguir ocupando su sitio como referente y líder social.

Sus logros se cuentan por cientos y no son solo deportivos. Fue el mejor y lo sabía. Tachado de egocéntrico, Ali creyó en sí mismo hasta el final. Uno de los mayores deportistas de la historia: diferente, arriesgado, entregado a su causa. En julio de este mismo año nos dejó mucho más que un boxeador histórico: nos dejó un hombre libre.

Deja un comentario